Visité la semana pasada el taller de frenos y terminada la revisión se acercó el empleado que siempre me atiende y dijo: “regáleme una tarjetica de las suyas”, en ese momento decidí sacar el porta-tarjetas, pero, con curiosidad le pregunte: “¿y eso?”. Entonces, se acercó y en voz baja dijo: “es que como usted siempre me busca necesito tener su teléfono, pues, me voy a independizar. Se que va a ser un poco duro, pero mi mujer me apoya y nos vamos a ajustar la correa un tiempito mientras empezamos a ganar”. “qué bien”, exclamé, le entregué la tarjeta y sacó de la caja de herramientas una bolsa negra que contenía un tarjetero al que casi no le cabía una más, y sonriendo dijo: “es que con esto tengo lo más importante para empezar, los clientes, pues, las máquinas las tengo, el local también, y hasta el personal, pero imagínese abrir y sentarse a esperar que alguien llegue, y yo con la mina de oro en frente de mis ojos todos los días”.

Ese día salí haciendo miles de reflexiones y concluí que la sabiduría popular es más poderosa que hacer un MBA en la universidad más prestigiosa del mundo y de igual manera que, definitivamente, este mundo está lleno de gente con visión de negocios por todas partes. Por eso quiero compartir mis reflexiones, además de compartir la entrada de Mercadeo al día a la virtualidad, con el blog: http://mercadeoaldia.blogspot.com/, ahí puede consignar su opinión sobre el artículo. Y a los estudiantes de las universidad que leen la columna ya tienen la opción de interactuar en ese sitio de Internet. Pero, después de la publicidad, vamos al grano.

· Iniciar un negocio no solo requiere de un local, inventarios y tecnología sino que entre otras cosas necesita de las actitud para iniciar. Esa actitud es la que les falta a muchos para decidirse a empezar por su cuenta ¿Será que dudan de la capacidad que tenemos los seres humanos cuando nos decidimos a hacer alguna cosa?

· ¿Por qué si soy cliente de ese establecimiento y en repetidas ocasiones lo visito, nadie, excepto ese trabajador, sabe mi nombre, ni dónde trabajo o cuándo fue la última vez que visité el negocio, y eso que en repetidas ocasiones el dueño ha conversado conmigo?

· Dónde están las bases de datos que profesan libros, conferencias y hasta las clases de mercadeo y que todo empresario conoce, pero que ninguno estructura apropiadamente, como para sacarle el provecho a la información de los clientes.

· Por qué juzgar a ese empleado como deshonesto si lo único que está haciendo es cumplir con la función que el dueño o el jefe de patio no atreven a hacer.

· Cuántos hombres o mujeres frenan el desarrollo de una idea que pueda tener la pareja por el temor de enfrentar el reto de empezar de nuevo. ¿Será que lo único que les interesa en la estabilidad y por eso no se atreven?

· Cuántas veces un negocio se acaba porque los clientes prefieren a uno u otro empleado, pues, tiene no solo el conocimiento sino la vocación de servir a los demás.

· Cuántos negocios se acaban porque se vuelven grandes y el dueño ahora permanece detrás de cuatro paredes sin enterarse de lo que sucede con los clientes, y, curiosamente, cuando era pequeño siempre hablaba con los visitantes, les daba una opinión o una sugerencia y a la gente le gustaba tratar con el dueño. Ahora lo tienen que hacer con el administrador, el jefe de patio, el supervisor o cualquier otra persona que lo único que le falta es el sentido común que el dueño tiene. Además, para tomar una decisión tiene que dejar al cliente mientras consulta con el propietario.

· Y por último, por qué tiene uno que esperar a leer en un periódico lo que puede hacer para tomar una decisión e independizarse.

Denuncia de la semana. Escribe un lector que por esta época los almacenes, en el afán de recuperar el dinero estancando en el inventario, se ingenian mil y una promociones con descuentos atractivos, y cuando el cliente selecciona un artículo el vendedor dice “qué pena, pero eso no es de la promoción”, entonces ¿será que les falta mejorar la información para no engañar al comprador?