01-04-07

Inicia la Semana Santa con el Domingo de Ramos y no podía dejar pasar la oportunidad para invitar a los lectores de Mercadeo al día para que reflexionaran sobre una interminable serie de pecados que a diario se cometen en contra de la imagen del profesional y de los consumidores. Algunos de esos pecados son:

• Es absurdo que ante la volumétrica cantidad de información disponible el bagaje cultural de los profesionales sea escaso y eso se ve proyectado en el vocabulario de los diálogos o las presentaciones que hacen ante un auditorio o ante un cliente. Por eso, estarán condenados a ser superados por las generaciones que: lean asiduamente y por los que exploran otros campos del saber, adicionales a los que reciben o recibieron en un aula de clase.

• Anquilosados se quedaron los directivos de las empresas que toman decisiones basados en corazonadas y evaden los datos por lo complicadas que pueden resultar las fórmulas para empezar bien una investigación. Como castigo recibirán una baja probabilidad de que los proyectos que emprendan sean exitosos.

• Pecado sin salvación será seguir temiéndole a la competencia, pues, los competidores serán cada día más agresivos y aquellos que se lamenten llegarán a desaparecer, pero por incompetentes.

• Crecimiento sin tropiezos puede ser favorable para cualquier organización, pero si ese crecimiento hace que se incrementen las distancias entre el comprador y la empresa la condena será un total rechazo del cliente, pues, no es lo mismo que le saluden “hola, señor Juan” a que le digan “Hola, código 32074”.

• Imperdonable es que existiendo la variedad innumerable de cursos, seminarios y libros, entre otros recursos para aprender a ofrecer un servicio excelente, aún exista gente que ni asistiendo a esos actividades puede aprender a ser persona.

• Cuántos profesionales le dan poco valor a su oficio y se quejan de que no hay trabajo, quizás porque su mentalidad es de empleados y no se arriesgan a generar empleo. Y cuántos de esos no lo consiguen porque su presentación personal deja mucho que desear. Como penitencia no solo debería aprender a proyectar su imagen sino aprender a venderse.

• El siguiente pecado va con historia: En una clase de artes marciales los asistentes observaban con asombro que uno de los alumnos era un experto y, sin embargo, no tenía puesto el cinturón que lo acreditaba a su jerarquía. Terminada la clase los estudiantes le preguntaban por qué estaba ahí y sencillamente respondió “quiero ver qué cosa nueva puedo aprender”. Por eso, la condena para quienes creen saber se las saben todas será, precisamente, dejar de aprender.

• El éxito de una compañía está dado por la capacidad de los directivos para ejercer liderazgo, la capacidad de trabajar en equipo, dejando de lado los intereses personales, buscando el beneficio corporativo y, aprendiendo de los errores. Para este castigo no hay amnistía alguna, pues, la condena será el fracaso.

Denuncia de la semana: Ante la avalancha de pecados que rondarán nuestra mente, la sección de denuncia quiere que reflexione para que pase una Semana Santa de recogimiento y reflexión. Por ese motivo, quiero compartir con ustedes una breve historia para que saque conclusiones: Una señora entra a una tienda para llevar provisiones, cuando va a pagar no tiene el dinero y le pide al tendero que le fíe. A lo que responde negativamente. Otra persona, que estaba en el lugar le ofrece al tendero responder por la cuenta de la señora. De nuevo el tendero se niega, pero, propone a la cliente lo siguiente: Escriba en una hoja lo que necesita y póngalo en la balanza, lo que pese eso le daré. La señora escribió en el papel y lo puso sobre la balanza, inexplicablemente, la balanza empezó a inclinarse y se inclinaba cada vez más. El tendero cumplió su promesa y entregó a la señora lo que la balanza indicó. Luego, el tendero tomó la hoja y encontró la siguiente frase “Dios, solo tu sabes cuánto necesito”. Les deseo una buena Semana Santa.

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