¿Recuerda cuando empezó a salir con su pareja?. Pues, según las estadísticas un porcentaje bastante grande ni se acuerda o quiere recordar, el resto de los entrevistados, logra un leve suspiro de esos momentos mágicos en los que usaba la mejor ropa para ir al encuentro de tal forma que su presentación personal se convirtiera en una herramienta más de la estrategia de conquista y se llamaban constantemente limitados por los cinco minutos gratis del plan. ¿Recuerda la noche anterior al inicio de las vacaciones? Esa noche no durmió haciendo los preparativos esperando el amanecer para disfrutar del merecido descanso reflejando la alegría en su rostro. Estos dos sucesos tienen una característica común, la persona estaba apasionada por lo que estaba haciendo, por eso, trasnochar, vestirse bien, conversar, entre otras no eran nada imposible.

Ahora sin ir mucho tiempo atrás, ha visto como el rostro de las personas que trabajan va cambiando de lunes a viernes. El lunes es un día sin alegría y en la medida que la semana avanza es como si empezaran a vivir de nuevo, por eso, el viernes esta lleno de entusiasmo y de una energía imparable y la gente cuenta los minutos para que sea la hora de salir. El fin de semana sonríen pero el domingo en la noche empiezan los lamentos porque el lunes hay que ir a trabajar. Afortunadamente, las personas que leen Mercadeo al día no sufren de esta enfermedad, porque aún permanecen enamoradas de su empresa como la primera vez que tuvieron que prepararse para cumplir con la jornada alistando una impecable presentación personal y disfrutando cuanta cosa nueva se podía aprender.

Pero, ¿cómo hacer para no perder ese “enamoramiento”?. Para no dejar morir la creatividad y el compromiso que puede afectar el bienestar y la vida laboral con su incidencia en los resultados financieros es necesario trabajar en ese proceso, pues, la gente enamorada es más creativa, más productiva, más comprometida con su trabajo. A continuación, algunas causas a las que hay que estar atentos para no perder esa emoción.

1. Sufrir de mediocridad: Las empresas quieren lograr su más alto propósito expresado en la misión y los trabajadores deben aportar su trabajo para lograrla en el tiempo indicado, sin embargo, a pesar de la retórica sobre innovación y ventaja competitiva la realidad es que con el tiempo para algunos es mejor no esforzarse mucho y convertirse en gente del montón.

2. Tener amnesia creativa: Analizar el contexto para buscar señales que le ayuden a tomar decisiones estratégicas en la teoría es muy fácil pero en la práctica se pueden empezar a abandonar esas iniciativas porque se empieza a caer en la rutina y la creatividad se evapora.

3. Olvidarse de la sinergia: Cuando usted empieza a trabajar solo y olvida coordinar su trabajo con otros el desorden se apoderará de la empresa y las probabilidades de cometer errores aumentan.

4. Dejar de lado las metas. Las metas son un poderoso atractivo emocional y ayudan a dar sentido a las acciones de la organización pues motivan a la gente pero si pierde el entusiasmo por la metas el incumplimiento será el mejor aliado.

Si usted sufre de alguna de esos cuatro motivos póngase pilas, pues, lograr recuperar esa energía perdida podría hacerse fácilmente si crea su propia crisis y reflexiona cuántas personas estarán detrás de su puesto y la magnifica oportunidad de no hacer parte del porcentaje de desempleados del país, o analice cuántas cosas tiene gracias a su trabajo, todo lo que ha aprendido y las experiencias que ha acumulado así volverá ese sentido de pertenencia que tanto necesitan las empresas.