En el mundo esotérico se considera al espíritu como el quinto elemento, y el aire, el fuego, el agua y la tierra son elementos mundanos. El espíritu representa lo intangible y cada uno de los seres humanos tiene su particularidad. Por eso, en el espíritu es la chispa de la vida o la chispa suprema que no da la vida sino el “alma”, “la esencia” y nos diferencia de lo inerte, y por eso somos únicos e irrepetibles, tal como se explicaba en las clases de filosofía como el demiurgo que es el espíritu nos lleva a ser constructores o artífices de nuestras obras. Esta breve introducción que pareciera estar en el lugar equivocado de las lecturas de varias escuelas de negocios de nuestro país, no ha caído en el mundo del esoterismo y tampoco pretende hacer postulados sobre el tema. Sencillamente, es una breve reflexión de que así como los seres humanos tienen su espíritu y son reconocidos por sus obras, ahora se plantea una nueva forma de mercadeo que se centra en el espíritu de las marcas.
Si quiere evidenciarlo, pregúntese ¿Qué será del reconocido punto de encuentro ubicado en Chía al que asiste la elite de la sociedad sin su dueño? Igualmente, sucede con innumerables negocios en todo el mundo como Apple, que ahora tiene un valor superior sin la presencia de su dueño, pero sí, del espíritu que impregnó en cada una de las creaciones de la marca de la manzana. Y casos como este son innumerables, el espíritu de Henry Ford aún sigue vigente en muchas de las ensambladoras de autos del mundo, o en Nike que es el fruto del espíritu de Phil Knighy y Bill Bowerman que inventaron la marca de zapatos deportivos de mayor reconocimiento tomando el nombre de la diosa griega de la victoria, Niké y que se convirtió en el espíritu deportivo de los quipos de las universidades en Norte América.
Hoy, el tema del espíritu esta tratado por personalidades como el Dr. Deepak Chopra el destacado líder que promueve la plenitud con un equilibrio emocional, social, mental, físico y espiritual, hasta llevarlo al nivel del mercadeo dándonos a entender que las marcas también tienen un espíritu que se construye con sus acciones y que genera reconocimiento, lealtad y pasión entre los consumidores. ¿Pero, cómo impregnarle el espíritu a una marca?. Pueden existir infinidad de respuestas y una de las bases para poderle imprimir esa sensación espiritual es entender que una marca no es solamente un logo captado visualmente se debe ir más allá y tener tres elementos claves. El primero es: una oferta que genere una experiencia única e irrepetible y que debe estar apoyada en la calidad de los productos o servicios. El segundo: Una alta dosis de comunicación de la identidad de la marca que muestre por qué el cliente debe elegirlo, y el tercero, sin dejar de ser igual de importante a los dos anteriores, es un “contrato” emocional y racional de la marca con los diferentes públicos de interés para acercar los atributos que promueve a la generación de la satisfacción del cliente.
Si logra combinar esos tres elementos encontrará por todas partes clientes misioneros, personas que están tan enamoradas de su marca que no se atreven a cambiar por otra y que harán todo lo posible por ganar adeptos al espíritu que promueven.