No todo lo que enriquece al ser humano es formulado a través de unas teorías como las que en muchas ocasiones se discuten en este espacio de reflexión empresarial para los ejecutivos de diferentes profesiones. Hay otras formas como la espiritualidad, las relaciones, el desarrollo de hábitos saludables, entre otros. Todas estas formas conllevan a lograr personas de éxito que tendrán como prioridad servir a los demás a través de la utilización de los talentos de su especialidad.
Sin embargo, la carencia de servir era mencionada por Tom Peters en su visita a Colombia, “parece que a la academia solo le interesara formar robots, profesionales muy bien fundamentados preparados para enfrentar la toma de decisiones y agiles de pensamiento, pero que carecen de la más mínima muestra de humildad, respeto, capacidad de escucha y sobre todo de la disposición de servir”. Por eso, las personas que denominamos “engreídas, soberbias, arrogantes, jactanciosas, orgullosas, altaneras” no podemos esperar que estén atentas a servir a no ser que de por medio exista algún tipo de interés. Este fenómeno cultural está presente en todo tipo de organizaciones y atenta, especialmente, contra uno de los activos más valiosos de una empresa: Los clientes.
Esa grandeza se evidencia en esta corta fábula: Un científico descubrió una manera de copiar cualquier cosa sin que las personas pudiesen distinguir entre la copia y el original. Un día se enteró que lo andaba buscando el ángel de la muerte y decidió hacer una docena de copias, al llegar el ángel no tenía forma de saber cuál de los trece ejemplares era el científico y decidió regresar al cielo. Ese ángel que conocía la naturaleza humana regresó tiempo después y dijo “el científico que hizo estas reproducciones de si mismo es un genio, sin embargo, la obra tiene un único defecto y en ese momento el científico pegó un salto y gritó: “¡Imposible! ¿Cuál defecto?”; “Justamente aquí” replicó el ángel mientras se lo llevaba consigo.
Muchas veces para descubrir lo dañino del ego solamente hace falta decirle una palabra de adulación o critica para entender que carecen de humildad. Ese valor también se pierde cuando: esas personas serviciales, que sonreían cuando estaban en un nivel jerárquico bajo empiezan a subir, parece que olvidaran de dónde vienen y los ascensos se le subieran a la cabeza, otros casos son los de personas que fruto de sus relaciones ocupan posiciones privilegiadas más por suerte que por méritos, a otros, los títulos terminan encegueciéndolos y no aceptan que pueden haber personas más talentosas. Inclusive, si llegan a ocupar posiciones privilegiadas como todos los seres humanos se equivocan, pero ese no es el verdadero problema, la cuestión es que reconozcan que se equivocaron y olvidan, al igual que los anteriores casos, que con el tiempo la vida les pasará la factura. 
Le invitó a reflexionar que antes que doctor, ingeniero, arquitecto o abogado usted tiene un nombre, que el cargo no lo hace ser más que los demás porque el que le da la altura al cargo es usted y que la grandeza de un ser humano está en servirle a los demás y esa es la principal misión de las empresas en el mundo. Recuerde que para tratar con personas hay que ser persona.