•Hasta cuándo los establecimientos seguirán cobrando la comisión que deben pagar en las tarjetas de crédito y débito, y mantendrán su reacia postura a ofrecer ese servicio, tendiendo en cuenta que en el país y en la ciudad cada día los tarjetahabientes se incrementan a pasos agigantados.
•Cuándo dejarán las normas parroquianas de cerrar los establecimientos a las 6:00 ó 6:30 de la noche, como si la gente que trabaja en horario de oficina no tuviera derecho a comprar o si seguirán pensando que los negocios en los nuevos centros comerciales también los van a cerrar a la misma hora de los del centro de la ciudad. Además, cuándo dejarán de hacerle mala cara a la persona que llega faltando cinco minutos para cerrar y le dan miles de excusas a ver si se aburre y se va, pues, el comprador se convierte en un estorbo.
•Con qué frecuencia utilizarán la publicidad como apoyo a su estrategia comercial y destinarán presupuestos establecidos con exactitud para tal fin, o seguirán siendo apaga incendios y cada vez que la competencia hace alguna acción reaccionan o si se avecina una temporada especial sacan dinero de donde no hay para aprovechar el cuarto de hora. Ah, y se me olvidaba, cuándo dejarán de pensar que la publicidad es un gasto y cambiarán la concepción y la verán como una inversión.
•Será que los “arrastradores” y vendedores parados en la puerta, casi obligando a la gente a entrar, harán parte de las nuevas superficies comerciales o será que mejor destinan tiempo y dinero para una mejor exhibición, utilizarán teorías como la del color, el vitrinismo y estrategias de venta, optimizando el tiempo de los trabajadores y mejorando la forma de estimular al comprador.
•Por qué sabiendo lo mal que se escucha, y que a pesar de haberse escrito en esta columna más de 60 palabras de cómo se le dice al cliente y de que todos los seminarios y libros insisten en que al cliente se le debe hablar con respeto, existen osados vendedores que se atreven a decir “siga, mamita”, “pasese, parcero”, “qué quiere mi amor”, y miles de frases que dejan mucho que pensar. Por qué no insistimos en saludar respetuosamente, “buenos días, tardes, noches, adelante señor, en qué le puedo servir” o cualquier otra frase que con respeto se le diga al visitante.
•Cuál será la fecha en que el comercio deje de inundarse por la misma camisa de moda y todos quieran vender lo mismo, y se ofrezca desde la prenda de marca original hasta la de imitación al mismo precio, como si los compradores fueran tontos.
•Cuándo habrá reglas de presentación personal y la gente proyectará su imagen con prendas a la altura de su establecimiento o seguiremos viendo vendedores con la “barriguera” de moda, el negocio con el reggeton a todo volumen, como si estuviera en una bazar.
•Será que llegará el día en que a usted le digan “tranquilo, señor, cuando llegue lo que usted quiere lo llamamos” y con certeza lo llamen. Además, será que cumplirán con las garantías ofrecidas y cuando veamos “todo en promoción” será, verdaderamente todo y no lo más viejo, feo, dañado y pasado de moda.
Estos son algunos de los tantos aspectos que deberíamos empezar a analizar con tiempo, si es que se puede decir que hay suficiente para cambiar esquemas comerciales utilizados por años y enfrentar los nuevos retos del comercio en la ciudad.
Denuncia de la semana del mal trato al cliente: Hoy, esta sección no tiene quejas, ni reclamos, solo que valdría la pena denunciar al que lea esta columna y no haga nada sino ponerse a criticar al columnista y como diría el filosofo Andrés López en su monólogo Pelota de letras: “deje así”.