Para algunos es un valioso esfuerzo intelectual dispuesto a abrir nuevos derroteros. Para otros, es un callejón sin salida o una moda más. Lo cierto es que el debate sobre la inserción del mercadeo en las neurociencias crecerá en intensidad en los próximos años. Hay un atlas del mercadeo. Pacientes geógrafos han ido delimitando los contornos de los mapas que albergan conocimientos, teorías y prácticas. Hay un cartógrafo ilustre que contribuyó a definir las fronteras del singular territorio. El maestro Philip Kotler puso de moda en el mundo las ideas sobre la segmentación, el posicionamiento y la diferenciación. También, puso su sello al análisis de las principales herramientas de mercadeo, las 4P (producto, precio, plaza y promoción). La especialidad se enriqueció con valiosos aportes de autores para diferentes áreas, productos de consumo masivo, de servicios, minorista, directo e Internet.

En Europa Occidental, algo en Estados Unidos y en América Latina comienza a escucharse cada vez más el nuevo evangelio: el neuromarketing. Seguramente, el único apóstol en la región, todavía, es Néstor Braidot, profesional de dilatada trayectoria en la disciplina y reconocido por el esfuerzo académico y la capacidad de operar sobre una elusiva realidad. Como dice Braidot, si bien la actividad de mercadeo y la administración de empresas, tradicionalmente, se nutrieron de conocimientos procedentes de otras disciplinas, como la economía, la filosofía, la psicología, la sociología, las ciencias exactas y la antropología, en la actualidad las investigaciones procedentes de las neurociencias aplicadas registran un crecimiento espectacular en el esfuerzo de aportar a las organizaciones nuevos conceptos y técnicas para liderar equipos de trabajo, tomar decisiones con mayor grado de certeza y, sobre todo, comprender a los clientes. Por lo tanto, si la premisa es correcta, es esencial conocer cómo funciona el cerebro humano, “uno de los mayores desafíos que deben afrontar la economía y la administración modernas.”

En la política y en la economía, todavía seguimos siendo “esclavos de teóricos que llevan años muertos”, parafraseando a Lord Keynes. Lo mismo advierten muchos observadores en el campo de la gestión empresarial y puntualmente del mercadeo. “En la actualidad, ninguna estrategia de negocios que pretenda tener éxito puede obviar la investigación científica sobre el funcionamiento de las percepciones, la memoria, la cognición, la emoción, la razón y los mecanismos que interactúan durante el aprendizaje y la toma de decisiones del cliente, y todos estos procesos se producen en el cerebro. En otros términos, ninguna estrategia de negocios inteligente puede darle la espalda a las neurociencias.” Pero ¿qué es la neurociencia, qué alcance tiene esta noción con suficiente vocación imperialista para invadir otras áreas de conocimiento y proporcionar nuevas respuestas?

La neurociencia representa la fusión, reciente, entre la biología molecular, la electrofisiología, la neurofisiología, la anatomía, la embriología y la biología del desarrollo, la biología celular, la biología del comportamiento, la neurología, la neuropsicología cognitiva y las ciencias cognitivas. Entonces, si 95% de los procesos mentales del ser humano se producen en la mente no consciente, y es precisamente allí donde residen los mecanismos que condicionan las decisiones, hay que tener en claro cómo funciona el cerebro. Por eso, neuromarketing, un ensayo de más de 700 páginas, comienza por analizar las características y el funcionamiento del cerebro humano, que contiene aproximadamente cien mil millones de neuronas (o células nerviosas), aun cuando algunos científicos sostienen que este número puede superar el billón. Sin embargo, más importante que la cantidad de neuronas es la cantidad de conexiones o enlaces que es posible hacer entre unas y otras. Se puede conceptualizar como una disciplina moderna, producto de la convergencia de las neurociencias y el mercadeo. La finalidad es incorporar los conocimientos sobre los procesos cerebrales para mejorar la eficacia de cada una de las acciones que determina la relación de una organización con los clientes. En los años venideros será mas fuerte esta tendencia para hacer negocios y no bastará con tener datos sino comprender el funcionamientos del cerebro de los seres humanos para que las empresas sean exitosas.