Termina la semana santa y quedan innumerables mensajes que al ser transliterados al ámbito empresarial dejan enseñanzas para reflexionar.

En toda organización desde la familia hasta el ámbito corporativo ha de existir un “judas” pues, siempre habrá quien se venda por unas monedas. Con seguridad habrá observado que no todos los contratos los gana quien de mejor precio o garantice la mejor calidad sino el que más monedas ofrece a quien toma la decisión y gente que decide basada en cuántas monedas ha de recibir. También, existen los trabajadores “judas” que hacen parte de la compañía, pagan la casa, el carro o la educación de los hijos con el sueldo que reciben por su trabajo y se la pasan hablando mal de la empresa y cuestionan cualquier acción que se tome dando a entender que nunca están satisfechos con nada. Podrían tener ciertos rasgos de personalidad con “Pedro” que niega la responsabilidad de sus actos.

Existen los “Pilatos” que cuando las cosas salen mal se lavan las manos echándole la culpa al equipo de trabajo tratándolos de ineptos e irresponsables, esos personajes que nos son de fiar abundan en el ámbito corporativo humillando a la gente que se equivoca como si no tuvieran ninguna responsabilidad en el desempeño de los colaboradores, pero, cuando las cosas salen bien son los primeros en sacar pecho y vanagloriarse de los resultados haciéndose los superdotados.

Otro personaje es el que no cree en las decisiones que se toman y siempre está a la defensiva cuestionando las decisiones y desconfiando de los proyectos que se van a emprender pero que cambian de opinión cuando ven que las cosas mejoran. Estos personajes conocidos como “Tomas” con su energía negativa pueden derrumbar las expectativas que se tengan solo con dudar que los resultados se puedan lograr.

Y en medio de todos estos personajes esta “Jesús” que con su liderazgo inspirador logro mover a los incrédulos y pecadores hacia una fe basada en la humildad y el amor a los demás. ¿Qué pensaría Jesús si visitará algunas empresas y encontrará que esa realidad del pasado se vive en el presente? Y al hacer esa visita descubriera ladrones que se roban el presupuesto y el tiempo de la organización, seres que presumen de sus cargos humillando a los demás y su grandeza la representan con títulos que bien podrían envolverles los pies, trabajadores irrespetuosos de los visitantes que con arrogancia los someten a sus caprichos olvidando la misión de servir a los demás. A lo mejor volvería a morir por todos nosotros para recordarnos que la grandeza del hombre está representada por la capacidad de perdonar nuestros errores y de amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Si desea hacer algún comentario escriba al correo mercadeo@laopinion.com.co o visite el blog mercadeoaldia.blogspot.com.