Mercadeo al día, no podía ser ajeno a la celebración del día de la madre pero no para convertirse en un regalo material, tal como lo promueve la sociedad de consumo, aquella en la que se hacen homenajes a estos seres especiales representados en ollas, vajillas, neveras y lavadoras para que la empele…., perdón, el ama de casa pueda atender mejor a sus hijitos. Este tipo de regalos aplica para aquella mamá tradicional, la que está en la casa esperando con ansiedad a los hijos y hasta por costumbre a la pareja. Esa madre que no importa el día, la hora o las circunstancias sacrifica su vida por servirle con amor a sus hijos, esos que algún día, quizás, la dejen recluida en un ancianato por que la “vieja ya estorba”. También, están las mamitas jóvenes que en medio de la responsabilidad que implica trabajar y estudiar están pendientes de los hijos madrugando a llevarlos al colegio, recogiéndolos y llevándoselos a la universidad o al trabajo porque no tienen donde dejarlos o quien se los cuide y, a pesar de esa circunstancia, no dejan de cumplir con los compromisos adquiridos. Muchas de estas mujeres ejemplares están solas porque se han convencido que no necesitan de ningún hombre para salir adelante y no sacrificaría nunca su tranquilidad y felicidad por tener una compañía.

Estás son solo algunas de las madres que hay en el mundo y la reflexión de Mercadeo al día es similar a la que se planteo el día internacional de la mujer ¿acaso el día de la mujer es un solo día? ¿es qué debe existir una fecha especial para comportarse con respeto y altura para honrar este precioso ser?, entonces, ¿con las mamás no es igual? ¿Cuántas, quizás, están esperando que usted decida llamar para preguntarle como está, en medio de la soledad, acompañada por la señal de alguna emisora que difícilmente esta sintonizada en un radio viejo y esa es la única compañía que tienen en todo el día? ¿Cuántas de ellas prefieren comer menos cuando usted dice que tiene un apetito voraz y hasta prefieren no comer por aumentar la ración en el plato? ¿Cuántas veces han deseado que usted las invite a cenar al mejor restaurante acompañadas de un verdadero galán que les abra la puerta del carro, les corra la silla y les lea la carta, tal como ella lo hacía, cuando usted era un niño y pataleaba porque solo comía arroz con huevo, y lo curioso es que usted a veces prefiere pedir a domicilio como si ella no se mereciera ir al mejor establecimiento del mundo? ¿Cuántas de esas madres han deseado acompañarlo a recibir un titulo, premio o reconocimiento pero usted por pena prefiere ir con otras personas como si ella no hubiera sido la que contribuyo cada mañana a levantarlo, cuidarlo cuando estaba enfermo, darle ánimo en medio de los problemas y sobre todo a orar para que a usted todo le salga bien? ¿Cuántas veces le ha mandado mensajes subliminales al pasar por la vitrina de un almacén de ropa o zapatos y se hace el bobo como si ella le hubiera negado el capricho de comprarle un helado más o reglarle la camiseta que tanto quería así hubiera que descompletar lo del mercado? Y por último, ¿Cuántas veces ella ha querido sentirlo y solo quiere que un abrazo y verlo sonreír?.

Por eso, en contra de toda estrategia comercial, hoy más que nunca, debemos volver a lo básico saludarla con cariño, retomar la tradición de la bendición, abrazarla y sobre todo admirarla porque sin ese ser tan especial usted quizás no sería tan exitoso como los es hoy, no estaría agobiado por tantas preocupaciones si le hubiera hecho caso o quizás sería un fracasado sin con su carácter no lo hubiera hecho vencer la timidez, o lo hubiera enseñado por lo menos a saludar. Olvidemos, las cosas materiales, llévela de viaje, cómprele lo que ella quiera, dedíquele un minuto de su tiempo para saber cómo está y dele gracias a Dios todos los días por las enseñanzas de vida que esta hermosa mujer le ha dado y que con seguridad se sacrificaría por verlo sonreír. Bese a su abuela, a sus tías, a su esposa y a todas aquellas mujeres que tienen el privilegio de ser mamitas, un caluroso abrazo en este día.