En una sociedad tradicional de consumidores, donde el consumo es uno de los principales indicadores de éxito, aquellos que consumen más, especialmente lo más raro y lo más caro son clásicamente los que consiguen más estatus. Por eso es que las marcas se han enfocado desde hace años a ofrecer productos, servicios y experiencias que les ayuden a impresionar a los compradores y aliviar la ansiedad que genera el saber cómo son percibidos por los demás. Las marcas venden estatus, una necesidad de reconocimiento que se convierte en una fuerza subconsciente pero siempre presente en toda compra y que es el corazón de toda tendencia en el consumo.

El concepto de “estatufera”, o la esfera del estatus aparece cuando los consumidores comienzan a reconocer y respetar a aquellos de sus congéneres que se apartan del camino del consumo conocido, el “nuevo estatus” puede consistir en habilidades adquiridas, en credenciales ecológicas, en generosidad, en conectividad. Todo esto configura una “estatusfera” mucho más diversificada de lo que muchas marcas y organizaciones han atendido siempre. Hay cinco áreas en las que los consumidores pueden ahora obtener estatus. Áreas que se corresponden con la dirección que están tomando las sociedades.

Área 1: Todo más grande, mejor, más resistente. Consumir lo más caro y lo mejor. El consumo tradicional consiste en comprar y alardear de más y mejores cosas que los demás. El principal efecto de décadas de individualismo es que los consumidores ya no quieren ser como los Pérez o los García. Quieren ser únicos. Cuando el individualismo es la nueva religión, poseer o experimentar algo que nadie más tiene es la última aspiración.

Área 2. Generosidad (dar en lugar de tomar). La Generación G capta la creciente importancia de la “generosidad” como la principal mentalidad de la sociedad y los negocios. Uno de los principales impulsores detrás de la generosidad es el movimiento de creación gratuita, de colaboración, de compartir cosas, especialmente online, que ha liberado nuevas maneras de expresar la necesidad que tienen los seres humanos de sentirse parte del bien común, de contribuir, de ayudar.

Área 3. Credenciales ambientalistas y no consumo. Ahora que sociedades enteras abrazan la sustentabilidad en todo como la única manera de ir hacia adelante, y que millones de consumidores están tratando de volver sus vidas más ecologista, tener credenciales como amigo del medio ambiente es una inagotable fuente de estatus.

Área 4. Saber y hacer versus consumir. Cada vez más consumidores encuentran placer en adquirir habilidades y conocimiento. Lo logran consiguiendo un público que aprecia y se maravilla con lo que saben, lo que pueden crear, y no por cuánto consumen. Estar enterados, tener acceso, conocer, pero también poder guiar hacia lo único, lo último, lo de moda, lo más avanzado. Esto es ahora una fuente establecida de estatus.
Área 5. Conectividad. Estatus social, especialmente online. Y aquí llega el mundo online, que es verdaderamente una inagotable fuente de nuevo estatus. Todo tiene que ver con quién se conecta uno, quién se conecta con uno, al estilo tribal. Aquí sigue importando ser únicos, pero también se trata de pertenecer: pertenecer a tribus cuya membrecía otorga estatus a sus miembros. Los amigos en Facebook, los seguidores en Twitter, la cantidad de veces que se cliquea en una foto en Flickr o un video en YouTube. Todos estos son símbolos y cifras asociadas con el estatus social de uno y que puede ser compartido en forma instantánea en el reino de la conectividad.