Había una vez, un vendedor de fotocopiadoras que tenía la ventaja de comercializar la máquina más moderna, económica y ágil del mercado. Gozaba de tanto prestigio el equipo, que cumplir la cuota mensual de ventas era muy sencillo, pues, las empresas demandaban equipos que tuvieran esas características, especialmente, bajos costos de operación y rapidez en la impresión para poder atender la demanda. Un día se desvió de la programación que había presentado de visitas para hacer una vuelta personal (algo que es muy raro que haga un vendedor), al llegar al sitio, se sorprendió por la interminable fila de personas que esperaban obtener una fotocopia y terminar el trámite.

Al llegar su turno y después de una hora, observó que había varios funcionarios que recibían los documentos pero una sola fotocopiadora, era lenta y las copias salían de mala calidad. Pensó que era una excelente oportunidad para hacer una venta y tomó nota del nombre del jefe y hasta confirmó una cita. El día del encuentro llegó y el vendedor decidió enfocarse en el argumento “rapidez” porque sabía que podría ser el factor decisivo para que tomaran la decisión de comprar el equipo. Pero, paso algo sorprendente. El jefe de la sección le dijo “no me interesa una fotocopiadora tan rápida, pues, me gusta que la gente que pasa por aquí vea que tenemos muchísimas personas por atender y que siempre estamos ocupados, vamos a seguir con la misma y, así será, hasta que me vaya de este lugar”.

Seguramente, esta historia tiene muy pocas probabilidades de ser cierta porque las empresas lo que necesitan es rapidez para atender a los visitantes, agilidad en los procesos, descongestionar las oficinas y tener gente con las herramientas necesarias para satisfacer la demanda de los compradores. Sin embargo, hay empresas que se resisten al cambio. Algunas, dicen que han cambiado, pero al analizar el cambio se comprueba que ahora hacen lo mismo de unos años atrás un poco más rápido o mejor. Quiere decir que no hay cambio, solo hay evolución. Otras, no visualizan la implementación del cambio porque las condiciones del mercado son favorables, tienen poca competencia y la gente recibe poca capacitación para proponer cambios representativos que transformen lo que se está haciendo. Y una pequeña parte de las empresas no cambia porque a pesar de que saben que sobra personal en algunas áreas, o que los procesos se hacen una y otra vez, prefieren seguir con las mismas prácticas usadas por años para no enfrentarse al cambio.


Hoy, lo que se necesita es una verdadera revolución organizacional para poder competir. La cuestión es que las empresas son dirigidas por seres humanos y con el tiempo nos acostumbramos a hacer lo mismo y cuando lo damos todo por hecho perdemos, porque algo para lo que no estábamos preparados, sucede. Para evitar que eso ocurra existe una excelente oportunidad de enfrentar el cambio y dejar atrás las tradiciones, paradigmas y temores, es necesario que aparezca la competencia o que las condiciones del mercado cambien en contra, desafortunadamente, salir con éxito de esa situación es poco probable. Es mejor pensar en nuevas formas de hacer lo que se hace; por ejemplo: analizar si el número de empleados en una sección es la suficiente o sobran, o si para ser más eficientes, es mejor tener un software más avanzado para capacitar a la gente que lo utilizará y sacarle el máximo provecho. En fin cada quien deberá pensar solamente en “cómo hago una revolución para ser más productivo”.