En un país con personas pujantes, creativas y apasionadas por lo que hacen y que, según investigaciones, son las más felices del planeta a pesar de la adversidad, da tristeza reconocer que existan otros colombianos que parecen ir en contra de la supervivencia de las especies, como lo formulaba Darwin. Lo triste es que esas personas trabajan a su lado, o en la empresa o van en la buseta y hasta les duele la boca para contestar el saludo o pasar lo del pasaje. Ante ese panorama, con seguridad, en más de una ocasión ha querido tener una varita mágica para cambiarles el ADN, las neuronas o hasta de género, para tener una posibilidad de progreso colectivo.

Pero ¿cómo lograrlo? Podríamos pensar en Julio Verne y crear una máquina que pudiera ser la salvación y trasformar el ADN de los trabajadores para que con naturalidad pudieran sonreír al cliente, saludarlo amablemente cuando entra al local, esperar a que cuelgue primero el teléfono despidiéndose con amabilidad y dar por terminada la llamada, devolver con certeza la llamada a quien dejó un mensaje, no hacer esperar al cliente mientras usted se actualiza del último chisme, tratar con respecto a los clientes molestos y los escucha buscando una solución y no formando una batalla en la que la única que pierde es la empresa. ¿Para qué enumerar más faltas en el servicio, si la gente está cansada de que se lo repitan todos los días y a pesar de eso nunca cambian?. Un factor que puede ser el generador de esa situación se puede explicar con la siguiente historia.

Unos científicos en busca de la explicación del por qué la gente se deja absorber por las costumbres de un lugar decidieron preparar un laboratorio, y pusieron una manguera y una escalera en la que en el último peldaño había un racimo de bananos. Cuando tenían todo listo metieron a cinco monos, cuando un mono intentaba subirse a bajar los bananos la manguera les arrojaba agua a presión y el mono desistía en el intento, cuando el agua dejaba de salir, de nuevo otro mono lo intentaba y la manguera hacía de nuevo su trabajo. Al poco tiempo, y agotados de intentar subir, los monos no lo volvieron a intentar. Los científicos decidieron ir semanalmente remplazando un mono por otro que no había hecho parte del experimento. Cuando el mono nuevo llegaba e intentaba subir por la escalera los antiguos se abalanzaban sobre él para impedir que subiera y les cayera agua, al poco tiempo el mono nuevo dejaba de intentarlo. A las cinco semanas de trascurrido el ejercicio y de haber cambiado todos los monos, ninguno intentaba subirse a bajar los bananos. Ahora, la conclusión de este ejercicio en una empresa puede resumirse en la siguiente frase: “es que aquí siempre hemos hecho las cosas de la misma manera, para que cambiarlas”.

La otra explicación es que hay gente que trabaja en lo que no le gusta. Y según un estudio de la universidad de Massachussets que investigaba las causas de las enfermedades cardiacas decidió reunir a un grupo de personas y preguntarles: ¿es feliz? ¿ama su trabajo?. Los resultados indicaron que aquellos que respondieron afirmativamente tenían menos posibilidades de enfermar del corazón. Por eso, si usted hace lo que le gusta y lo hace con gusto, no solo a la gente le gustará sino que vivirá más tiempo. Entonces, el problema de la actitud en el trabajo, con los clientes y hasta personal o con la familia no es el ADN, es la capacidad de querer lo que hacemos. Solamente, de esa manera el progreso acompañará a los trabajadores, los directivos, las empresas y el país.