Esta breve historia tiene que ver con esta época de fin de año, en la que las empresas grandes o pequeñas preparan voluntariamente una atención al personal que durante el año contribuyó al logro de los objetivos de la compañía, pues, ningún artículo del Código Sustantivo del Trabajo dice que la empresa esté obligada a dar regalos, cenas, fiestas, bonos, premios, bonificaciones, entre otras; sin embargo, en los programas de salud ocupacional se indica la importancia de desarrollar planes o actividades de motivación al personal entre las que están reuniones generales en las que el personal pueda compartir y relacionarse con personas de otras áreas de la empresa.
Pero más allá de esta noble actividad, siempre aparecen los homoinconformus, a los que nada les gusta, pues, si dan una canasta de diez productos dicen “que tal, solo diez productos”, y, téngalo por seguro, que si al año siguiente son doce artículos, dirá “qué tal, sólo doce productos”. Ahora, si en la reunión dan pollo, dirá “qué tal, dieron pollo y con lo bien que nos fue”, y el año siguiente si dan carne dirá “qué tal, dieron carne y eso que nos fue mejor”. Ahora, si les da un regalo a todos dirá “que tal, un regalito, mejor uno grande así sean pocos los ganadores”, y si al año siguiente rifan un regalo grande, entonces, se escuchará el comentario, “qué tal, ganan unos pocos, en vez de dar un regalo para todos”. Si la reunión se hace en un club, dirá que queda lejos y si la hacen en un hotel, que es pequeño el lugar. Si se sientan cuatro en una mesa, que están incómodos y si se sientan dos, qué desperdicio de espacio.
Definitivamente, el ser humano es el más inconforme de los seres vivios sobre la faz de la tierra. Ojalá en su empresa no trabaje ninguno de ellos, y solo estén personas agradecidas y con ganas de hacer las cosas cada día mejor por el bienestar personal, de la familia y de la organización que les da el sustento.