Había una vez una empresa que para lograr el mejor clima organizacional buscaba escuchar a los trabajadores y los reunía para que ayudaran a tomar decisiones. Con el tiempo, la directiva decidió adecuarles el club privado con la construcción de una piscina; entonces, imprimieron unos cuestionarios para que los empleados decidieran y darles gusto. Los empleados aceptaron gustosos, pues, esa sería una manera de compartir con la familia el fin de semana. Después de un tiempo, el presidente de la compañía visitó la sede social y con alegría encontró el lugar lleno y los visitantes disfrutaban el momento; sin embargo, cuando se acercó a la gente ninguno de los que estaba allí era de la empresa y la sede social se había vuelto de servicio publico. Indignado, reunió al personal y les informó la decisión de cerrar el lugar que era para beneficio exclusivo para los trabajadores. Los empleados protestaron y empezaron a hacer comentarios negativos de la organización, sin pensar en la mala imagen que se generaría en el mercado.

Esta breve historia tiene que ver con esta época de fin de año, en la que las empresas grandes o pequeñas preparan voluntariamente una atención al personal que durante el año contribuyó al logro de los objetivos de la compañía, pues, ningún artículo del Código Sustantivo del Trabajo dice que la empresa esté obligada a dar regalos, cenas, fiestas, bonos, premios, bonificaciones, entre otras; sin embargo, en los programas de salud ocupacional se indica la importancia de desarrollar planes o actividades de motivación al personal entre las que están reuniones generales en las que el personal pueda compartir y relacionarse con personas de otras áreas de la empresa.

Pero más allá de esta noble actividad, siempre aparecen los homoinconformus, a los que nada les gusta, pues, si dan una canasta de diez productos dicen “que tal, solo diez productos”, y, téngalo por seguro, que si al año siguiente son doce artículos, dirá “qué tal, sólo doce productos”. Ahora, si en la reunión dan pollo, dirá “qué tal, dieron pollo y con lo bien que nos fue”, y el año siguiente si dan carne dirá “qué tal, dieron carne y eso que nos fue mejor”. Ahora, si les da un regalo a todos dirá “que tal, un regalito, mejor uno grande así sean pocos los ganadores”, y si al año siguiente rifan un regalo grande, entonces, se escuchará el comentario, “qué tal, ganan unos pocos, en vez de dar un regalo para todos”. Si la reunión se hace en un club, dirá que queda lejos y si la hacen en un hotel, que es pequeño el lugar. Si se sientan cuatro en una mesa, que están incómodos y si se sientan dos, qué desperdicio de espacio.

Definitivamente, el ser humano es el más inconforme de los seres vivios sobre la faz de la tierra. Ojalá en su empresa no trabaje ninguno de ellos, y solo estén personas agradecidas y con ganas de hacer las cosas cada día mejor por el bienestar personal, de la familia y de la organización que les da el sustento.

Denuncia de la semana de maltrato al cliente: Esta semana, en una emisora nacional, contó una usuaria del servicio de taxis por teléfono que el conductor al llegar al destino le robó el computador portátil y que en la empresa no le dan razón ni del conductor, ni del taxi y menos le responden por el computador. Ojalá en nuestra ciudad las empresas de taxi sepan quién maneja el móvil, pues, cuando se solicita el servicio a domicilio, se hace, precisamente, por seguridad.