Esta semana, trabajando la cátedra universitaria, llegué al tema de la dinámica del ejecutivo moderno y utilicé los postulados de Stephen Covey, autor del libro de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, para resaltar en los estudiantes de pregrado conceptos que fortalezcan su perfil profesional, sobre todo en una época en la que jóvenes de 22 y 25 años están próximos a terminar la primera especialización y que serán competencia directa para aspirar a un cargo. Sin embargo, la realidad es que vacantes para el puesto de gerente son muy pocas. Es más, las desconozco. Hoy, no se trata de mencionar cada uno de los postulados de Covey a nivel personal sino de trasladarlos al ámbito empresarial y aprovechando la Semana Santa reflexionar sobre cada uno de ellos.

Habito 1. Ser proactivo. ¿Cómo logrará ser proactiva una empresa que no evalúa sus acciones y abandona la responsabilidad que tiene ante la sociedad y los clientes, por cumplir con los intereses de los accionistas? No se trata solamente de visualizar oportunidades y emprender acciones para aprovecharlas o defenderse del entorno sino de tomar conciencia que muchas decisiones se toman por reacción, es decir, cuando a lo mejor se agotan los recursos pero no hay nada qué hacer.

Habito 2. Un fin en mente. ¿Cuántas empresas van a la deriva y arrancan con dinamismo inspirador y al cabo del tiempo pierden el entusiasmo de hacer siempre lo mismo y terminan convirtiéndose en un dinosaurio, grande, pero lento? La clave del éxito en los negocios no solo está en formular claramente los objetivos de la corporación sino en que los colaboradores de la organización los entiendan para que cada uno sepa cuál es la misión que enfrentan.

Habito 3. Establezca primero lo primero. ¿Qué es más importante, hacerle mantenimiento preventivo a la maquinaria o que produzca para después arreglarla? Con seguridad menciono que es mejor hacerle mantenimiento preventivo, pero esto por lo general, no sucede y por eso los problemas que se presentan a diario se convierten en urgentes, pues, lo importante carece de planificación.

Habito 4. Pensar en ganar / ganar. ¿Ha sido victima de un negocio que hace todo lo que esté a su alcance por venderle o de un negocio que hace todo lo que esté a su alcance por dejarlo satisfecho? Las empresas que buscan el beneficio de los clientes no ahorran recursos para dejarlos satisfechos y las relaciones comerciales con el tiempo se hacen sólidas. Esa situación permitirá que la empresa pueda crecer sostenidamente.

Habito 5. Comprender para ser comprendido. ¿Las empresas practican la simpatía o la empatía con los compradores? En mi concepto poco o nada de empatía, y abusan de la simpatía. Recuerde qué le dicen cuando se está probando una prenda y sale del vestier. Con seguridad que le hacen tantos halagos que termina comprado lo que a usted no le interesaba comprar. Pero, antes de iniciarse el proceso de la venta, le preguntaron cuál era su necesidad.

Habito 6. La sinergia. Conozco empresas donde cada departamento parece una república independiente. De igual manera, empresas donde dos o tres personas determinan lo que hay que hacer y el resto como borregos se une al bando que más le convenga, como si estuvieran luchando por el papel protagónico de “farzagonistas” de novela. Pues, empresa donde eso suceda los esfuerzos se perderán. Es lógico que la suma de las partes dará mayores resultados que el esfuerzo individual.

Habito 7. Afilar la sierra. La teoría administrativa dice que las empresas planifican, organizan, ejecutan, dirigen y controlan, pero, hoy nada de estos elementos conllevará al éxito si no hay retroalimentación. Conocer qué piensan los clientes de la empresa, el producto o servicio permitirá que el camino por recorrer sea próspero, pues, se irán corrigiendo gradualmente los errores. Investigar, es el hábito empresarial de afilar la sierra, es el que permite que se logre el mejoramiento continuo.

Estos hábitos deberían cultivarse en las organizaciones, independientemente del tamaño, de la cantidad de trabajadores o de recursos con los que cuenten.