En un contexto de evolución acelerada, el consumidor de 2018 se volverá cada vez más sofisticado, aportando nuevas tipologías que hasta ahora solo estaban de manera incipiente en el visor de las marcas.

Así, frente a la experiencia social de consumo, veremos cada vez más a consumidores solitarios que prefieren vivir su relación con las marcas desde el individualismo y frente a las tradicionales dicotomías de masculino y femenino, observaremos cómo las marcas reaccionan ante un consumidor posgénero que no encaja –ni quiere encajar– en estos estereotipos sociales. Tras unos años en los cuales los millennials han captado toda la atención mediática, en los próximos meses otras tipologías sociodemográficas podrán emerger con fuerza, en concreto las que tienen que ver con los seniors y la infancia. El primer caso es una respuesta lógica a unas sociedades en las que los mayores de 60 años tienen cada vez más importancia y en las que la brecha digital se reduce progresivamente. En el de la infancia está claro el interés que despierta en las marcas, pero ese interés también implica una responsabilidad: la de contribuir a la educación en valores de estos miniconsumidores.

Llorente & Cuenca /Madrid, enero 2018