Durante años, los estudiosos del ser humano han tratado de encontrar la fórmula mágica para el éxito. Algunos, consideraban que la clave estaba en el coeficiente intelectual y sometían a las personas a pruebas en las que podían medirlo; pero, contrario a los resultados positivos de la prueba y pasados unos años, los resultados no eran los que se habían predecido. Unos creen en el mito que Albert Einstein solo uso el 10% del potencial del cerebro y lo que no sabe es que esa fue la respuesta a una entrevista que le hicieron a Einstein, en la que le preguntaron si quizás habría ocupado todo el cerebro para descubrir tantas cosas de la Física, y proponer lo que hasta ese entonces se sabía. Buscando una manera irónica de contestar, debido a que el periodista estaba emocionado, le respondió : “He ocupado el 10% de mi cerebro”. Y hasta el momento ese mito solo tiene de cierto que en investigaciones hechas al cerebro del científico se detectó que la región inferior parietal era más amplia y que el cerebro era 15 por ciento más ancho que el de otros individuos.

Para demostrar que el conocimiento no es la clave del éxito, analice por qué existen innumerables empresarios que sin formación académica tienen unidades productivas que generan empleo, pagan impuestos y son ejemplo en las aulas de clase. Usted, pensará que tenían un padrino traqueto o se ganaron el baloto, y ninguna de esas razones es cierta. Se debe a que visualizaron una oportunidad de negocio y le pusieron ganas para desarrollarla. Ganas que les faltan a muchos universitarios que están sentados en los laureles esperando a que terminada la carrera les lluevan cargos de director general, ejecutivo júnior o gerente administrativo. Lo más gracioso es que las aspiraciones salariales pasan el millón de pesos en una ciudad donde el promedio de sueldo de un ejecutivo está entre los $700.000 y los $900.000.

Otra opción podría ser “el padrino político”, pero, ¿será que dura toda la vida?. Algunos lo hacen, y un período son de color claro y al otro de color oscuro, con el propósito de mantenerse en el cargo. También, es cierto que algunos de nuestros ilustres funcionarios están ahí sin tener la más mínima idea de la responsabilidad de la gestión. Tienen un puesto que es pagado por los impuestos que pagamos. Gracias a Dios son solo algunos. Entonces ¿cuál puede ser la fórmula del éxito si no son los conocimientos aprendidos en la universidad x, y o, z, o en la universidad de la vida, ni el padrino político o el “traqueto de moda”?. En el siguiente párrafo está la respuesta.

Tal como lo mencionaba el titular, son las relaciones. Vivimos en un mundo en el que las relaciones determinan el éxito profesional. Si a usted no lo conoce nadie, le será más complicado el camino. Pero, lo conocen, las puertas se le abrirán con facilidad. Desafortunadamente, cuando la gente se da cuenta de lo importantes que pueden llegar a ser las relaciones es demasiado tarde. Por eso, le propongo que si usted es universitario se tome el tiempo de hacerse mercadeo y en cuanto curso, seminario, fiesta, 15 años, matrimonio, foro, congreso, integración, serenata o actividad se pueda, tenga a mano una tarjeta personal, de la empresa o de la empresa en la que trabaja y si la empresa no se las regala, mande a timbrar en Off Set La Opinión 500 ó 1.000 y repártalas, agregándoles valor con la frase “llámeme en lo que le pueda servir” y verá que será mucho más fácil su camino al éxito que si a usted no lo conoce nadie.

Desafortunadamente, este tipo de ideas no es para todo el mundo. El inseguro le temerá a esta actividad; el resentido social, las cuestionará siempre, y el fracasado, ni opina, porque por eso es un fracasado. Preocúpese por hacer relaciones y dejar en los que habla un recuerdo positivo. Verá que el futuro le deparará más y mejores oportunidades.