Esta semana se empezó a hablar de ‘Ida’, que sería el Eslabón perdido entre el mono y el hombre, una hembra primate que vivió hace 47 millones de años en Alemania. Los restos fósiles fueron presentados en Nueva York como posible ancestro común a monos y seres humanos. Por la forma de algunos huesos y otros indicios, se dedujo que ‘Ida’ era una hembra joven de nueve meses. El pulgar oponible y los dedos en lugar de garras confirman que se trata de un primate. El fósil, en espectacular estado de conservación, permite ver en detalle la osamenta del animal y los restos de las partes blandas del cuerpo y hasta el contenido del estómago. Herbívora, ‘Ida’ se alimentó de frutas, semillas y hojas antes de morir. “Se parece a los lémures actuales”, explicó a la prensa Jens Frenzer, experto alemán en fósiles, del Instituto de Investigaciones de Senckenberg.

Luego de esta breve introducción y actualización cultural, vale la pena indagar ¿dónde está el eslabon perdido del servicio corporativo? Pues, hay empresas que se quedaron en una era de la civilización en la que eran cazadoras. Se dedicaban a buscar una presa para sobrevivir y aún es común ver cada mañana a un grupo de vendedores que sale de cacería a ver qué tonto consumidor les compra lo que ofrecen, olvidando que en el mercado de hoy no se puede utilizar esa actividad como estrategia de negocios, porque implica un alto riesgo para la corporación en pérdida de oportunidades y así como se dedican a cazar, que es el único interés de los empleados, el servicio pasa a un segundo plano y se idean cualquier cosa con tal de no dar garantias al comprador o mejorar la calidad de la atención. Hoy, se trata de evolucionar y llegar a ser cultivadores o ayudantes de compradores, gente de todas las áreas de la compañía que estén comprometidos con los resultados, gente de ventas, apoyada por despacho, contabilidad, producción, unidades de negocios en las que desaparezca el departamento de ventas o el de servicio y hasta el celador, sin importar si es empleado o no de la empresa se dediquen a preparar el terreno; arando, abonando y regándolo con profesionalismo que les permitirá recoger cosechan abundantes, y con el ánimo puesto en diversificar los cultivos para que siempre haya frutos qué recoger.

Sin embargo, seguirán existiendo empresas con un área de ventas, gente preparada con las herramientas disponibles para que cuando llegue un cliente le puedan disparar sin misericordia y sacarle provecho hasta que la competencia le estreche la mano y le ofrezca un mejor servicio que, curiosamente, es económico. Por eso, insisto ¿dónde está el eslabon perdido? Será que se perdió en la historia debido a la evolución que han tendio las empresas que en su afán de captar clientes se les ha olvidado lo más sencillo que es tener sentido común para entender que a la gente le gusta que la llamen por el nombre y no con un código, que le gusta que les conteste el telófono otro ser humano y no una maquian que pide que solicite la cedula y una y mil veces para que al estar en contacto con la operadora de turno le vuelva a preguntar cuál es el número de la cédula.


El eslabon lo llevamos los seres humanos por dentro cuando y está representado en la disposición a servir a los demás, esa es la clave del éxito de los negocios pequeños donde a usted le llaman por el nombre y buscan por todos los medios hacer una relación en la primera visita, utilizando esa estrategia saben que pueden crecer sostenidamente.