Una tarde de verano practicaba la caminata un deportista, al subir la montaña, y cansado por el esfuerzo, decidió refrescarse. El agua de la cantimplora se había agotado, observó a lo lejos una cabaña y decidió ir en busca del líquido. Al llegar, encontró a un hombre sentado en una mecedora. Saludó y le pidió que le regalara agua para calmar la sed y el cansancio. El hombre señaló en la parte de atrás un aljibe e invitó a pasar al caminante. Al llegar, empezó a sacar agua del pozo. De repente, escuchó el ladrido intenso de un perro. Regresó donde el hombre del lugar y le comentó. “Oiga, señor, cerca del aljibe hay un perro que ladra como si algo le doliera ¿por qué no hace algo?”. El hombre respondió: “está ahí desde hace rato y es que tiene clavada una puntilla”. ¿Por qué no hace algo?, preguntó el deportista. “Tranquilo ahí estará hasta que le duela lo suficiente. En ese momento se parará y se irá”.

Esta breve historia del perro y la puntilla se parece a la vida de las empresas y los seres humanos. Hasta que algo no nos duela lo suficiente no decidimos emprender acciones que nos alivien. ¿Por qué usted no tiene un mejor carro? porque no le duele lo suficiente. ¿Por qué no gana más, si trabaja en ventas? porque la puntilla no se ha clavado lo suficiente para que decida hacer un esfuerzo por ganar más. Solo cuando la puntilla se entierre por completo y el dinero que gana no le alcance, ahí decidirá hacer algo. ¿Por qué sigue aguantándose a ese jefe que lo acosa constantemente y le hace propuestas indecentes? por que no le ha dolido lo suficiente el maltrato que le dan o porque le gusta que lo traten así. Y a su pareja ¿por qué la trata como la trata? Espere que se vaya y con seguridad empezará a hacer algo. Recuerde que, quizás, sea demasiado tarde.

¿Por qué los trabajadores prestan un servicio al cliente a las patadas, con groserías, son arrogantes y siempre quieren tener la razón? porque no les duele lo suficiente, pero el día que la empresa empiece a despedir personal ese día sí les dolerá. O usted cree que se comportarán de la misma manera si la empresa es propia. Observe a la mayoría de los adolescentes que conduce el automóvil de la casa, ¿cómo lo hacen? A toda velocidad, frenan y arrancan haciéndose sentir, montan más personas de las permitidas y el sonido los acompaña de manera estridente. Esa persona cuándo tenga su vehículo hará lo mismo?. Estoy seguro de que como la puntilla le dolerá, lo pensará antes de arrancar en un semáforo generando un daño irreparable en los ejes del automotor.

Invito a los lectores de Mercadeo al día a pensar si el trabajo que cumplen, la empresa en la que trabajan, los clientes que atienden y la pareja que tienen les duele lo suficiente para que dejen de hacer lo que siempre han hecho y aprender a desaprender y volver a aprender con una actitud que les permita diferenciarse de los demás, teniendo en cuenta que esa es la única herramienta para competir con éxito en el mercado.