En la medida que avanza en la lectura, le invito a que recuerde cuántas cosas ha aprendido en sus estudios, viajando, conversando con otras personas, navegando, leyendo, y hasta cuando ha reído, llorado o fracasado. Ahora, ¿cree que su vida sería la misma sin todas esas lecciones enmarcadas en innumerables sentimientos? Estoy seguro que la respuesta, sin pretenderlo, dibujará en su rostro alguna expresión. Todo este proceso de aprendizaje que inició en su infancia cuando jugaba con piezas intercambiables para armar naves espaciales y castillos, es lo que a lo largo de su vida sumado a las lecciones aprendidas, se han convertido en una incalculable fuente de conocimiento que lo tiene donde está.
Algo similar pasa en las organizaciones, parten del background de quien gestó el emprendimiento y se van alimentando de las ventas, negociaciones, clientes y hasta de los errores, que son los que más enseñan. Y al pasar los años, llegan a un punto en que podrían estancarse, si ese aprendizaje deja de alimentarse, pues, perderán clientes, y lógicamente, los ingresos que la sostienen.
Por eso, tal como nos sucede a los humanos, que cada día aprendemos, y, a veces, grandes enseñanzas de quienes menos lo esperamos, también, las empresas, pueden hacer lo mismo, sin embargo, pueden caer en un letargo que las lleve a colapsar, porque las personas que toman las decisiones importantes llevan muchos años haciendo lo mismo o sólo conocen de ese negocio, lo que limita, seriamente, su capacidad de afrontar cambios disruptivos en el rumbo de la marca.
Para ejemplificarlo, piense que respondería, si liderando una clínica uno de sus técnicos le plantea ambientar la inmaculada sala del escáner de tomografías computarizadas para convertirla en una gran nave espacial, pegándole a las paredes, y a la máquina, autoadhesivos con figuras propias de la NASA. Lo primero que puede pasar es que se ría, o piense, está loco, ¿no sabe cuánto vale una máquina de estas? A lo mejor, si su vida ha girado en el mismo sector, difícilmente, comprenderá la intención de ese radical cambio, pues, si pensamos en los niños a los que se les vaya a practicar el examen, seguramente, perderán el temor a entrar en la misma, y con seguridad, si logran que médicos y auxiliares sean cómplices, permanecerán en quietos, disminuyendo los errores en el examen para que los galenos tengan resultados más confiables en sus diagnósticos.
Recuerdo como el primer “León de oro” de la industria publicitaria colombiana se ganó en Cannes con una pieza inspirada en una marca de shampoo, para la realización del comercial “caspa” que representó a nuestro país en la categoría de bien público para la prevención del consumo de drogas. El creativo tomó una idea del cuidado del cabello y la combinó con la adicción y logró un resultado diferente. Así que el reto para lograr pensar fuera de la caja es abrirse a nuevas ideas y fortalecer el pensamiento divergente, pero, especialmente, arriesgarse a nuevas propuestas y confiar en el conocimiento de quienes las proponen que con seguridad quieren lo mejor para los clientes y la empresa.